En el libro de ideas de hoy vamos a contarte cómo se refleja el desorden de tu casa en tu personalidad y estado anímico.
Y ya que hablamos de desorden, aprovechamos para compartirte otro libro de ideas con 6 tips para un placard más prolijo.
Nuestras casas son un reflejo, entre muchas cosas más, del estado de nuestra psique. Por supuesto que no pretendemos escribir un tratado de psicología en un site de diseño y arquitectura, pero sí es cierto que podemos hacer un poco de autoanálisis echándole un vistazo al estado en el que tenemos nuestros distintos ambientes.
También hay que aclarar que e desorden es un mal hábito, generalmente aprendido y nunca corregido durante la infancia y que no necesariamente quiere decir nada. Ahora, si te consideras una persona más bien prolija que de un tiempo acá empezó a descuidar algunos ambientes, quizás sea hora de tratar de entender por qué.
Y por supuesto, mantenerlo limpio y prolijo en el futuro es un gran primer paso para nuestra sanación emocional. Este dormitorio es de Wabi Sabi Arquitectura, no dejen de visitar su perfil.
EL desorden en el dormitorio por lo general quiere decir que las áreas de nuestras vidas relacionadas con el amor y la intimidad no están marchando todo lo bien que deberían.
Ocuparnos nuevamente de este espacio, pintarlo y hacer una limpieza energética de seguro podría ayudar.
Bastante común en personas de edad avanzada que viven más aisladas consiste en descuidarse y descuidar su casa, sumado a un desmedido afán por acumular desde toda clase de objetos hasta basura y desperdicios.
Una variante del síndrome de Diógenes es la de comprar compulsivamente ciertos ítems que no necesitamos por motivos tan espúreos como ser parte de una colección. El resultado son espacios cada vez más contaminados visualmente.
El peligro consiste en que cualquier objeto puede terminar multiplicándose a la n, ocupando espacio que necesitamos para otros fines. Quienes incurren en esta clase de comportamiento viven buscando realizarse o sentirse bien mediante la adquisición de objetos materiales, que después de un tiempo vuelven a hacerlos sentir vacíos.
Otro mal síntoma es el de comprar y comprar ropa y no deshacernos jamás de la que no usamos. Esto no sólo causa estragos en el placard, sino que además nos está privando de la oportunidad de hacer mucho bien a aquellos más necesitados.
Esta necesidad de acumular zapatos o prendas de vestir viene por lo general de sentirse muy inseguros física, psicológica e intelectualmente. Estas personas buscan cubrir con la ropa su sensación de inseguridad.
El agua en muchas filosofías milenarias se asocia a las emociones. El hecho de tener el baño desprolijo, especialmente si hay pérdidas de agua en las canillas o algún tipo de gotera, puede querer decir que nos encontramos en un estado emocional delicado.
Darle al baño una repasada general y arreglar esos pequeños problemitas de pérdidas que además representan un gasto para nosotros y el planeta, bastará para hacernos sentir un poco mejor.